Inocentes…
Pasaron cuatro años. En verdad todo se detuvo hace cuatro años.
Días que se deslizaron sin pasar, porque nada avanza si se convive con la impunidad.
Y todo es más difícil si no son ellos quienes están para empujar.
Ellos quienes tenían los mismos miedos que tiene usted, idénticos a los que vos esquivas a diario. Hombres y mujeres, jóvenes adolescentes que buscaban cientos de soles para que les ilumine la cara y miles de lunas en donde acunar sus ilusiones.
Que lentas son las agujas del reloj cuando de calmar el dolor se trata, que veloces y descontroladas cuando lo que se busca incansablemente es justicia.
Cuatro años colgando, de los más celestes cielos, esas zapatillas que no paran de caminar y de escapar.
Fueron cuatro primaveras sin flores, calendarios sin meses que tachar, noches garabateando sus rostros en estrellas, tantos abriles sin cantar, extrañándolos desesperadamente, amándolos desconsoladamente, soñándolos irremediablemente, dándoles vida merecidamente.
Recordados y olvidados, amados y criticados, dignificados y ninguneados allí andan nuestros pibes asesinados. Asesinados por un modelo que desprecia la vida, que se erige en la corrupción, la ambición, la omisión y el olvido.
No se agotaron las despedidas y nunca serán demasiados los encuentros. ¿Cómo los despedimos si aún no se ha dicho toda la verdad? ¿Cómo nos encontramos con su historia, con sus sueños, si andamos desmadejando impunidad?
Duelen con vehemencia los atardeceres sin respuestas, ciegan los amaneceres aturdiéndonos de preguntas.
Por194 vidas que necesitaron una mano para salir de ese infierno y se la negaron.
194 vidas que deseaban vivir la suya para cumplir sus sueños y se las truncaron.
194 vidas que necesitan justicia, por ellos y para nosotros. Y nos necesitan, te necesitan, de pie, en marcha, en silencio o a puro grito. Necesitan de tus piernas, de tus brazos, de tu grito, de tu amor, de tu bronca, de tu desconsuelo y de tu esperanza, porque necesitan de nuestra vida para resucitar la suya.
Cuantas hojas más tendrán que caer de este árbol para entender que soñaban sueños comunes, como los nuestros. Reían con las mismas ganas con que lo hacemos nosotros, pese a todo.
Cuantas heladas de invierno y desnudos debemos cruzar para no dudar que querían vivir tanto como lo haces vos. Que se levantaron esa mañana con la ilusión, que empecinada se despierta con uno a diario y que dormían cada noche con los mismos miedos contra los que peleamos para poder lograr el sueño.
Amaban la música como vos, se perdían y hallaban a diario como lo haces vos. Se emocionaban tan idénticos a vos, y puteaban con tanta bronca como vos. Tropezaban entre el amor y el desamor igual que vos. Y es todo esto tan cierto que podrías haber sido vos. O yo.
Ellos pagaron con su vida la desidia, la negligencia, la ambición, de quienes gobiernan junto a sus empresarios amigos, despreciando la vida humana, en esa búsqueda exasperada del poder material.
¿Cuanta crueldad cabría en cada uno de nosotros si los sometemos al olvido?
El próximo 30 de diciembre se habrán cumplido 4 años de la Masacre de Cromañon, donde nos arrancaron 194 vidas. Porque se las arrancaron a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos, a sus familiares, pero también a vos y a mi, aunque hayamos tardado tanto en despertar.
Sus zapatillas son hoy los luceros que iluminan su santuario. Necesitamos de las tuyas para marchar por Justicia, porque eran inocentes, una y mil veces inocentes.
Fernando Borroni, Marisol Gallardo, Carina Batagelj, Gabriel Gallardo, Sebastián Cáceres